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Diario del Misterio

El astronauta de Palenque

José David Flores (Redacción DM)

Ubicado en la profundidad de la selva centroamericana, entre la densa y exuberante vegetación, se erige un pequeño poblado donde se encuentra una de las reservas arqueológicas más importante e intrigante del mundo.

Cuna de culturas, cuyas expresiones quedan hoy como símbolos perdurables y vivos, maravillándonos, pero también sumergiéndonos en sinnúmero de comos y porqués.

Los Mayas, civilización que se extendió por el sur de Yucatán, parte de Guatemala y Honduras entre los siglos III y XV, se caracterizaron entre otras cosas por una arquitectura que nos habla de un sentimiento del espacio en el que se traducen sus vivencias religiosas de infinito, atribuyéndoseles la creación del megaespacio, en donde se entrecruzan dos mundos, el natural y el artístico, el humano y el divino.

Podemos observar, como el arte maya se acerca a su dios por el infinito, sus construcciones así lo demuestran

Ciudad de Palenque

Palenque es una ciudad maya, de aproximadamente 2,5 km2 en 2005, ubicada en lo que hoy es el estado mexicano de Chiapas, cerca del río Usumacinta.

Hasta la fecha, ha sido explorada menos de un 10% de la superficie total que alcanzó la ciudad, permaneciendo aún más de mil estructuras cubiertas por la selva.

Esta ciudad estaba abandonada cuando tuvo lugar la Conquista de México en el siglo XVI. Fue Fray Pedro de la Nada en 1567 quien al pisar por primera vez aquel lugar, conocida por el pueblo Chol como Otolum o Tierra de Casas Fuertes, la denominó como Palenque que significa Fortificación

Las primeras excavaciones arqueológicas sobre Palenque, se remontan a 1773, cuando Ramón de Ordoñez y Aguilar, visitó, y reportó su visita al Capitán General de Guatemala. Como consecuencia de ello, se realizó otra visita al año siguiente, la cual determinó que las ruinas eran de alto interés, por lo que dos años después, el explorador y arquitecto Antonio Bernasconi fue enviado para detallar el lugar, acompañado por un contingente militar, encabezado por el coronel Antonio del Río. Explorando la ciudad, las tropas derrumbaron varios muros para poder acceder al interior de las construcciones, produciéndose un daño considerable en las mismas. Bernasconi dibujó el primer mapa moderno de la ciudad, e hizo copias de algunos bajorrelieves.

Hasta principios del siglo XIX, se pensaba que las figuras plasmadas en la escultura y los bajorrelieves de Palenque, representaban egipcios, polinesios o a las diez tribus perdidas de Israel. Fue en el año 1831, en el reporte de su visita a Palenque, cuando el explorador militar Juan Galindo expuso que las figuras representadas en Palenque eran más parecidas a la población local.

En 1923, Frans Blom trazó mapas de la parte reconocida de la ciudad y además de otras áreas mucho menos exploradas, y a la postre envió su reporte al gobierno mexicano, con recomendaciones del trabajo que debía hacerse para la conservación de las ruinas.

El Templo de las Inscripciones

El Templo de las Inscripciones o Templo I, es un templo ceremonial-funerario construido en el año 675 a.c., siendo la edificación más alta y de más importancia de las construcciones de la ciudad de Palenque.

Este templo, fue construido bajo el reinado de Pacal el Grande, también llamado Pacal y Pacal Escudo, y finalizado por su hijo K’inich Kan B’alam II, Chan Bahlum o Chan Bahlum II, y fue concebido únicamente para glorificar al mandatario Pakal en vida y albergar su cuerpo cuando muriera.

Está situado en la Gran Plaza de la zona arqueológica de Palenque, en un cerro con pendiente natural. La altura de este templo es de 22,8 metros, de forma piramidal escalonada, con 8 cuerpos o plataformas y una escalera que recorre el templo hasta la parte superior.

Construida con piedra monolítica, consta de dos cámaras. La primera es un pórtico con cinco entradas y la segunda tiene un cuarto central y dos laterales.

La estructura exterior está decorada con relieves hechos en estuco.

La tumba de Pacal el Grande

Entre 1949 y 1952, el gobierno mexicano, mediante el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), envió a un equipo de excavación e investigación, encabezado por el arqueólogo mexicano Alberto Ruz. Entre las contribuciones de este equipo, destaca el descubrimiento, bajo el Templo de las Inscripciones, de la tumba de Pacal el Grande (K’inich Janaab Pakal), considerada por muchos la tumba más importante hallada hasta la fecha en toda el área mesoamericana.

Para acceder a ella, una baldosa cubría la escalinata para descender a su interior, la cual estaba dividida en dos tramos. La entrada a la cripta se encuentra a 1,50 metros debajo del nivel del suelo.

En el sustrato anterior al acceso de la cripta, se halló un enterramiento colectivo, con seis cuerpos amontonados, en un precario estado de conservación.

En el interior de la tumba, se pueden observar una enorme cantidad de jeroglíficos, los cuales detallan la historia de la dinastía dirigente en la ciudad, y la vida del gobernante, Pacal el Grande, así como la banda celeste y una serie de deidades mayas. Originariamente, el templo estaba pintado de rojo, con zonas azules y amarillas.

Pero lo que más llamó la atención de los investigadores y arqueólogos fue la lápida antes mencionada, que cubría la tumba de Pacal.

El astronauta

¿Cuál era el motivo de tal sorprendente hallazgo?

Lo primero que observaron los investigadores al entrar en la cámara real, fue una tumba cubierta por una losa de 3,80 metros de largo, 2,20 metros de ancho y un espesor de 25 centímetros, con un peso aproximado de 5 toneladas.

El arqueólogo Ruz, al perforar la losa con una broca, observa que por uno de los orificios sale teñida de rojo. Deciden levantarla, utilizando para ello cuatro gatos de automóvil y troncos de diferentes tamaños que insertaba debajo de la losa a medida que se elevaba.

El 8 de noviembre de 1922, elevada dicha losa 1,12 metros, se pudo observar con comodidad el interior; se observaba una tapa perfectamente pulida, de la que sobresalían dos secciones, como orejas. Dicha tapa se encontraba labrada a la manera de una forma humana, en un solo bloque; retiró cuatro tacos de madera que cubrían orificios realizados en la misma, y la levantó.

El interior estaba pintado de rojo, y en el fondo yacía un esqueleto humano cubierto de joyas. Su talla era de 1,75 metros y su cabeza se hallaba guarda por lo que parecía una mascarilla de jade, lamentablemente rota que posteriormente sería restaurada, siendo una verdadera obra de arte.

La cantidad y calidad de las joyas encontradas daban una idea de la elevada alcurnia de quien allí yacía, manos delgadas, dedos alargados cubiertos de anillos, sus dientes no habían sido labrados ni recubiertos de jade, y su cráneo no se encontraba deformada, práctica usual entre los mayas.

Los restos encontrados, diferían totalmente de las características físicas del pueblo maya, de quienes sabemos que detentaban la braquicefalia mayor del mundo. Su metabolismo basal, en valores promedio, 8% más alto que el promedio de los americanos del norte, pertenecían al grupo sanguíneo 0 en proporción 97,7%, presentaban acusada leptorrimia en el 100%, nacían con una mancha mongólica (xchibaluna) en el 80%, presentaban además una mancha pigmentaria congénita que los indígenas llaman “huaj” y que por sus características se distingue con claridad de la xchibaluna; una bradicardia acusada de un promedio de 52 pulsaciones por minuto, facies asiática (prognatismo), pómulos salientes, pigmento cobrizo, acanto del ojo, pelo lacio y largo, distribución lampiña; una estatura promedio de 1,45 metros, que comparada con el hombre de Palenque, eran sin duda de menor talla.

Una vez conocida las características del cuerpo yacente y las diferencias con el pueblo maya al que gobernaba, nos centraremos en las peculiaridades de la lápida que cubría su tumba.

Para saber quién era este ser, hubo que atenerse al magnífico y polícromo trabajo realizado en el relieve de la tapa labrada. En ella se reproduce la figura de un hombre con atuendo maya, en una posición semiacostada o semisentado, que en nuestros días nos recuerda a la adoptada por los pilotos de las cápsulas espaciales que iban a ser colocadas en órbita terrestre. En el relieve se observan profusa cantidad de tornillos, resortes, caños, tableros y palancas de mando.

Es evidente que nos encontramos ante la reproducción de un ingenio mecánico, controlado o dirigido por ese extraño ser.

¿Una nave y un astronauta en la época maya?

Una cosa es cierta, el autor de este relieve tuvo que tener un modelo, o bien seguir las instrucciones de alguien que conocía perfectamente ese artefacto esculpido en la piedra.

Científicos de todas las nacionalidades han estudiado esta piedra, llegando a la conclusión de sin duda alguna “se trata de un navío espacial”.

A pesar de todo, muchos técnicos y científicos también aseguran que este cohete nunca podría volar. Es más, hay detalles que indudablemente escapan a la concepción de un artista, que al fin y al cabo, no es un técnico espacial.

Científicos y matemáticos españoles, nos indican que la posición del astronauta es correcta, está sentado y al comando de controles claramente visibles; de mano y de pie. Los de los pies trabajan a presión y a tracción (a diferencia de nuestros vehículos que lo hacen sólo a presión). Hay un periscopio que sirve para mirar por encima de los obstáculos visuales, también transmisiones cardánicas. Un detalle llamativo, “una oruga”, como la que usan los tanques de guerra, con sus eslabones perfectamente dibujados, espirales a modo de elásticos, toberas por donde sale el fuego…. Un sinfín de detalles, que sin lugar a duda alguna, pone de manifiesto como un objeto que no pertenecía a una época pretérita, fue esculpido por un artista en lo que sería la puerta a la otra vida del mayor de los emperadores mayas, Pacal el Grande.

Algunos científicos han declinado la teoría del astronauta y profundizando en el estudio de la cultura maya, su simbología y su lengua, determinan que Pacal está representado en posición fetal, resurgiendo de la tierra en el árbol cruciforme, asegurando por tanto, que la interpretación de Pacal como un astronauta del pasado, es un simple caso de pareidolia.


Sea un Astronauta maya o esa simple pareidolia, lo cierto es que merece la pena viajar a este rincón del estado de Chiapas y contemplar la impresionante Ciudad de Palenque, donde allá, por el siglo VII un Gran Rey, Pakal el Grande (K’inich Janaab Pakal), fue inmortalizado para siempre en la losa que cubriría su tumba para que los investigadores de hoy analizaran y sacaran sus propias conclusiones.

Lugares mágicos: Teotihuacán

Oscar Castaño (Redactor DM)    

Hace unos dos mil años una misteriosa estirpe de antiguos pobladores construyo en una meseta de Méjico una fascinante metrópolis, fue un excepcional  esfuerzo por crear una eterna utopía, su nombre Teotihuacan, el lugar donde los hombres se convierten en dioses.

Fundada antes de la era cristiana, esta colosal urbe llegó a contar con 125.000 habitantes que ocupaban más de 20 km cuadrados. Pero misteriosamente en torno al año 650 d.C. quedó abandonada. Siglos más tarde después de que los aztecas apareciesen en el antiguo Méjico, Teotihuacan ya estaba en ruinas.  

Los Teotihuacanos  dejaron pinturas que reflejan la importancia del grupo sobre el individuo,  la importancia del equilibrio,  la importancia de la comunidad. Tenían un culto especial a los guerreros, a los soldados, según por el cual morirían por el beneficio a la comunidad. La falta de devoción por rendir culto a sus gobernadores puede ser la clave de uno de los más enigmáticos misterios de Teotihuacan, sorprendentemente esta cultura tan avanzada no dejo ninguna evidencia de que tuvieran un lenguaje escrito. ¿Es posible que los Teotihuacanos deliberadamente se negaran a elaborar uno? En otras culturas de la antigüedad los registros literarios a menudo se centraban en las hazañas de sus gobernantes. Sin reyes ni reinas a las que glorificar puede que los Teotihuacanos no se hayan visto impulsados a elaborar un dialecto escrito formal. Aún así, este hecho ha desconcertado a los expertos , especialmente porque consideran que un lenguaje escrito era necesario para el papel que Teotihuacan desempeñaba dentro del comercio de Mesoamérica.

No hay ninguna otra cultura de Mesoamérica que gastara tanto tiempo, energía y trabajo para construir casas a los ciudadanos medios, y ello indicaba un intento de organizar la población, tanto a nivel político como cósmico, ninguna otra ciudad de Mesoamérica se preocupó tanto por sus habitantes.

Un aura de misterio impenetrable cubre lo que queda de la antigua metrópolis situada a 32 kilómetros al noroeste de la ciudad de Méjico. Esta civilización ha sido un enigma durante tanto tiempo que incluso fue un misterio para los indios aztecas los cuales quedaron fascinados por sus ruinas hace setecientos años. Hoy día el nombre de la ciudad sigue sin conocerse, la gente de Méjico la llama simplemente las pirámides. Sin embargo, los sabios la han bautizado con el nombre que le atribuyeron los aztecas, Teotihuacan la morada de los dioses. Todos los años miles de personas se reúnen aquí para celebrar el solsticio de verano e invierno, y todos los que caminan por sus calles sienten que algo espectacular y mágico ocurrió aquí hace dos milenios. ¿Quiénes fueron los teotihuacanos? ¿es verdad que esta magnifica ciudad fue alguna vez una utopía? Y si fue así ¿porqué se han encontrado cientos de esqueletos enterrados en una fosa común?

Doscientos esqueletos humanos encontrados con las manos y pies atados representan el escalofriante testimonio de los rituales de sacrificio que una vez se practicaron aquí. La respuesta a este enigmático misterio la encontramos en sus creencias religiosas, entenderemos mejor su actitud ante la muerte cuando comprendamos como interpretaban la naturaleza de la vida. A diferencia de otras religiones en las que la vida se consideraba como el regalo de un ser supremo, ellos creían que la vida les pertenecía simplemente porque se la habían arrebatado a los dioses. Los seres humanos habíamos engañados a los dioses de la muerte y les habíamos robado sus huesos, por ello para sobrevivir teníamos que encontrar formas para contentar a los dioses. Para los Teotihuacanos el método más efectivo para apaciguar a los dioses puede que sea devolverles los huesos que les habían sido arrebatados. Así la muerte de una minoría de seres humanos podía asegurar la vida para el resto de la comunidad. Creemos que practicaban la guerra sagrada y los rituales de sacrificio basándose en los movimientos del planeta venus, curiosamente a esas guerras las llamamos guerras de estrellas, imaginamos que sus astrónomos sacerdotes observaban el cielo para ver si ese planeta aparecía o no ese día , tal vez si lo veían eso les anunciaba que era el momento en que partiera una cruzada para conseguir cautivos a los que posteriormente sacrificarían, cuando te capturaban te convertías en alimento para los dioses.

Aunque Teotihuacan sigue siendo uno de los enigmas más desconcertantes  de la historia, los expertos han comenzado a desvelar algunos de sus secretos. Una de las más intrigantes revelaciones indica que la ciudad fue planificada según un conjunto de alineaciones que la vinculaban con los movimientos de estrellas relativos a las montañas de los alrededores. Aunque Teotihuacan se extendía majestuosamente a lo largo de 8,5 kilómetros cuadrados, las estructuras más fascinantes se encontraban en el centro de la ciudad. La vía pública principal de la ciudad, era la que los aztecas llamaban la calzada de los muertos, la llamaron así, ya que creían erróneamente que en las ruinas de los antiguos templos situados a lo largo de esta calle, estaban las tumbas de los antiguos gobernantes de la ciudad. Dominando majestuosamente Teotihuacan, la pirámide del sol era el núcleo hipnotizador de la ciudad. Con una altura de veinte pisos y midiendo más de doscientos trece metros desde su base, se alza imponente esta impresionante pirámide cuya función es representar al lugar más sagrado de Teotihuacan. Justamente debajo de la pirámide hay una cueva misteriosa, la cual se extiende unos cien metros desde la base hasta el centro de la misma. Los expertos piensan que esta caverna simbolizaba para los Teotihuacanos el lugar desde donde el mundo fue creado.  Mientras los habitantes de Teotihuacan ascendían por la avenida de los muertos, otra estructura monumental, la pirámide de la luna les impulsaba a seguir adelante. Esta pirámide está enmarcada debajo de la accidentada pendiente de una montaña cercana. La pirámide y la montaña estaban en cierto modo relacionadas, ya que los teotihuacanos veneraban a la montaña como la casa del dios de las tormentas y la pirámide de la luna había sido construida en honor a ese dios. Al final de la avenida de los muertos había una colosal plaza, la Ciudadela. La Ciudadela era un edificio  cívico  y religioso que representaba el corazón físico y espiritual de la ciudad. Junto a esta plaza, encontramos el templo de Quetzalcoalt  descubierto en 1920. Estaba soterrado por una pirámide de paredes lisas, sin ningún tipo de ornamentación. Cuando se descubrió,  salió a la luz toda su decoración de mosaicos hechos con piedras, las cabezas y símbolos divinos del dios Tláloc (el dios de la lluvia), y del dios Quetzalcóatl (la estrella matutina, la serpiente emplumada). Este dios lo adoptaron después los aztecas y creyeron verlo en la figura de Hernán Cortés. Bajo este palacio de Quetzalcóalt aparece sepultado el Templo de los caracoles emplumados que es la estructura más antigua descubierta por los arqueólogos, se asienta sobre una plataforma adornada con murales de vivos colores, donde aparecen pájaros verdes semejantes a loros escupiendo agua por el pico. La fachada del templo se decora con relieves de caracolas emplumadas y flores de cuatro pétalos.  Al oeste de la Plaza de la Pirámide de la Luna, descubrimos  el edificio más lujoso de la ciudad y uno de los más importantes, es el llamado Palacio de Quetzalpapálotl. Está ampliamente decorado con murales muy bien conservados, predomina el color rojo que era el preferido de aquella civilización. Las partes bajas del edificio conservan el color original.  Hacia la parte central puede verse la representación del dios Quetzalpapálotl con los símbolos que le relacionan con el agua. Este palacio muestra un buen ejemplo de lo que debieron de ser los decorados teotihuacanos. El Palacio del Jaguar, al oeste tiene un gran patio precedido por un pórtico, y decorado con bellos bajorelieves, a ambos lados de la puerta se muestran en un hermoso mural las imágenes de dos felinos de gran dimensión, llevan sus cabezas emplumadas, con sus patas sostienen una caracola en actitud de soplar por ella, como si se tratase de un instrumento musical. En el lomo y en la cola tienen incrustaciones de conchas marinas. En la orilla de la parte superior del mural, pueden observarse unos símbolos pertenecientes al Dios de la Lluvia y en un Glifo se ven como decoración unas plumas que representan el año solar teotihuacano.


Mil doscientos años después de la caída de Teotihuacan estas pirámides irradian un misterio que todavía atrae al visitante, pero muchas preguntas quedan aún sin resolver, ¿fue este paraíso alimentado con el derramamiento de sangre humana? ¿cómo pudo una civilización construir monumentos tan precisos matemáticamente y sin embargo no dejar tras de si ni el mas leve rastro de un lenguaje escrito? Sea como fuere, la magia de su energía, y su conocimiento sagrado, permanecen intactos en sus ruinas, ocultando para siempre los  secretos de una ciudad utópica que nos espera junto a la luna y el sol para  mostrarnos su grandeza.